sábado, 18 de abril de 2009

LA CONDICIÓN EMOCIONAL SUPERIOR DEL POETA




Por: Marcoantonio Paredes

Se ha extendido una gran creencia, mítica, que el poeta lo es cuando su condición adversa lo predispone “naturalmente” para el atractivo de la musa. De otro modo, lo contrario, conllevaría a perderse en el mundo de los sanchos, donde los quijotes mueren aspirados por las fauces de la miserable fe de los que no creen en otros mundos posibles. Entonces, así se cree, lo he oído y leído, que la condición original para el poeta es la de ser pobre o estoicamente sufrir todas las debacles juntas para poder cuajar en él la inspiración y conquistar la sensibilidad poética. Esto relacionaría directamente a la capacidad para creer y recrear del escritor, del poeta, de su sensibilidad a lo físico o material. Así, bajo estas condiciones, es menester que el poeta ande sucio, mal oliente, hambriento, desaliñado, despeinado, desgarbado, roto, etc., para que aquellas funciones para la creación se activen cual divinal halo adánico. Es verdad que la historia literaria lleva registrada una serie de dramas de hombres que apelando a su destinado menester poético, han aceptado la fatalidad como la única consecuencia para coronarse del laurel. Es verdad que nada más “alado objetivamente” se puede escribir si no se ha padecido, y que la comprensión sublime de las condiciones sociales del hombre y la profunda faz sombría de la humanidad no se pueden captar sin la menor experiencia de la adversidad. Pero, tampoco, podemos decir que las capacidades poéticas se ven anuladas cuando las condiciones materiales cambian para la bienandanza del poeta. Pues la sensibilidad del poeta, y llámese poeta al hombre que aspira el universo y su mundo para luego expirar cielos, flores, paraísos, perfumes, aunque eso signifique no escribir una sola palabra nunca; no se encuentra condicionada por el bolsillo. La condición del poeta pertenece a la capacidad Emocional Superior. Ser poeta es ser un creador y viajar alado ígneamente por los jardines de la divinidad, y expresar lo que sentimos es recibir de boca de la misma divinidad su perfumado canto, el cual dependiendo de nuestra condición individual la captamos de un modo u otro. Ser poeta es ser un semidios. Es repetir su papel creador y recreador. La divinidad posee todos apartados rincones del Universo, desde los más pequeños e ínfimos hasta los más grandes y terriblemente inconmensurables y no obstante su condición poseedora sigue siendo poeta, hasta en el caos hay una musicalidad interior reinante. Entonces el verdadero poeta no depende las condiciones materiales suyas o del mundo.

Condición individual frente al mundo
La condición individual de poeta, sea este escritor, pintor, músico, escultor, cantante, actor, etcétera; va más allá de la materia dura o del frío intercambio oneroso por su hacer. Su sensibilidad, su magia para crear y recrear seres, mundos y universos, obedece a un poder superior y eterno. Sus emociones son superiores y eternas y no se desfiguran fácilmente por el esputo fortuito de la fortuna.

Estar en el camino a ser un dios nos pone mucha más cerca de los ojos de los niños de las calles, de los brazos viejos y cansados de las madres abandonadas, de las calvas asoleadas y duras de los ancianos; y de las remotísimas malcriadeces de nuestro prójimo. Aquel que deje de sentir esto en cualquier circunstancia de la vida, nunca ha sido poeta y nunca lo será.

El Hombre verdadero es poeta
No puede continuar siendo una aventura ser hombre, ser humano y vivir en la tierra. No podemos continuar a tientas, con los planes egoístas y mundiales de hermanos cegados por un sentimiento de consumación, de que la existencia en la tierra es el desenlace final y que en función de eso debemos procurarnos todo a como de lugar, sin la esperanza de lo mágico-etéreo.

Existe una clase de ceguera natal que quien la padece nunca puede imaginar el mundo en colores, que sus ideas e imágenes siempre son en grises. Una ceguera que le impide ver los matices aromáticos de los paisajes, la de los cielos perfumados de poesía por las noches, la de la luz de las estrellas enamoradas sintiéndolas al borde de tu corazón, la de los verdes de los árboles y sus frutos madurando, meciéndose al canto del unísono viento del cosmos; y no obstante su dificultad, han aprendido a sentir y ver con el corazón. Pero existe otra ceguera, que aún viendo lo que ven, no pueden avistar cómo las sonrisas de los niños son tragadas por los llantos de una guerra de siempre. No pueden ver la pobreza engordándose de la delgadez mortecina del hermano. No pueden ver los corazones tristes de las madres del mundo enraizadas a la esperanza lejana de un futuro inverosímil. No ven nada, pero sonríen. Cuánto hace sufrir ese hermano equivocado.

Así pues existen hombres (Me refiero a ambos indiscriminadamente) que nacen sin visión, pero han aprendido a olfatear los colores de los sentimientos, los tonos de las emociones. Reconocen el llanto y la sonrisa; de color azul, cuando es de amor. De color amarilla, cuando es redentora. De color rojo, cuando es efusiva y osada. Blanca, cuando es la de un ángel. Oscura, cuando se expele de un pecho que sufre. Pero hay, existen “seres” que el don de ver no les alcanza para oír el grito quejumbroso, lastimero, doliente, insondable, recónditamente enmudecido de la consternación y pesadumbre de los hombres. Y de este modo se puede ser poeta, asumiendo un compromiso individual con los seres humanos, con cada uno de ellos, empezando por el que está a nuestro lado.

El nivel de comprensión de la poesía
Existe frente al tema un argumento en el que yo estoy de acuerdo precisamente. La poesía dicen que es subjetiva y por lo tanto ininteligible para cualquiera. Y en ese argumento se han basado los poetas de siempre y los de ahora para escribir cada cosa, sin importar la comprensión del resto de nuestros congéneres. Por un lado, el individuo aún no ordena su mundo interno, por lo tanto, lo que tiene dentro es un caos, entonces, como consecuencia del caos interno, su producción, cualquiera que sea contendrá ese caos. El individuo en la actualidad tiene que esforzarse mucho para ordenar su mundo externo. Ha creado sendas leyes y reglamentos para limitar el actuar individual, imaginemos un mundo sin leyes pues, obviamente no sería para que vivan los hombres actuales. Existen las leyes justamente para mantener en línea la condición individual caótica del hombre.

La poesía debería acercarnos a la belleza, primero como individuos, luego, mediante nuestro arte, acercándola a los demás. Mientras tanto, lo que se exprese de dentro para fuera, será sólo esa muestra del desorden o de la mediana comprensión que tenemos de las cosas y que resultará en los demás es que también tengan un desorden o una mediana comprensión de las cosas. Esto de alguna manera un otra implica una cierta responsabilidad del poeta, del escritor, del artista, primero consigo mismo y luego con los demás. Si el sol no se ardiera en sí mismo, no pudiera alumbrar el universo.

La poesía en el mundo actual
Lo que entiendo realmente en estos tiempos, es que, nada o muy poco sensiblemente real se mueve, se oye o se siente en la vorágine profunda de la esencia individual. Lleva mucho tiempo abandonada a la búsqueda de la verdad y su caricia salvadora; y con ella se han devaluado los elementos valorativos de las cosas, desde las más elevadas y complejas, hasta las más pequeñas y sencillas, por ende la de la poesía.

Y nos hemos lanzado en la búsqueda de la cura en lo más extenso y lejano de nosotros mismos sin descubrir en absoluto nada. Sin advertir que la fuerza de la panacea se encuentra dentro cada uno de nosotros y se llama esencia. Allí está el embrión de lo mágico-etéreo, el principio de todo y el descubrimiento de la verdad y su caricia salvadora. Allí esta el detonante para el cambio y de la poesía también.

¿Cuánto más, el llanto de nuestros hermanos sufrientes del mundo deben alimentar los mares y ríos de la desolación de nuestro planeta? ¿Cuánto más el fuego lóbrego de nuestras iras deben calcinar las almas sonrientes de nuestros niños? ¿Cuánto más el golpe duro de la violencia azotará la ingenuidad de los ejércitos de hombres lanzados a afrentas infructuosamente atemporales?

Debemos pensar y sentir con la esencia, oír su voz. Debemos sentir que la humanidad y su voz se mueve en todo y eso es solo mediante una Esencia receptiva, limpia. En la mirada inocente e ingenua de todo, en la existencia de todo, allí esta la poesía, la misma poesía que habita dentro de nosotros, que reconocer para poder reconocerla fuera en su verdadero color y sonido. Desde el reino de los minerales hasta el reino del hombre, en todo vibra la fuerza de la humanidad. Acércate a ella, a sus ojos y siente su vibración de hermano; acércate a su alma y siente qué florece en ella. Sienta la misma esencia de la poesía en todo.

Aprendamos a estar por sobre las competencias, por el sobre quien puede más o tiene más, compadécete y conmuévete de tu tiempo, de tu naturaleza. Sólo de ese modo, con ese único modo, podremos salvar lo poco de amor que nos que da en todo los seres humanos y en toda la naturaleza que nos rodea. Es un principio de siglos conocerse a sí mismo, para poder conocer el universo y los dioses.

Ahora pues, estoy en la ciudad, frente a la ciudad de todos, de todos los días, me detengo, camino, doy vueltas, me siento, sonrío, oigo, camino, me vuelvo, me detengo de nuevo y lo que hago es sentir, en que instante estoy y que es lo que muere y nace en mi, y quiero pues que siempre muera en mí todo lo avieso y nazca así la poesía, de ese modo naceré de nuevo y algún día me liberaré de este cuerpo para siempre. La poesía esta en todos, sólo hay que dejarla salir, libera tu Esencia, que al fin al cabo es una partícula de amor y ella si que es poesía verdadera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario