lunes, 30 de noviembre de 2009

EDITORIAL: REVISTA PAPEL ROJO


Nadie puede negar que la muerte muestra con frecuencia su presencia, en ocasiones, lenitiva para el cuerpo padeciente, en otras, las escenas trágicas nos hacen pensar en un ser malvado tocando con su guadaña a diestra y siniestra, sin ton ni son, a cualquier individuo que no logramos imaginar criterio alguno para elegirlos. No obstante, los que creemos en un orden cósmico, sabemos que nada sucede al azar. Nadie muere por capricho de un ser que esta más allá del bien y del mal, lo que obviamente se traduce en la existencia de explicaciones que, es cierto, no alcanzamos a evidenciar o comprender. Esto demuestra nuestras limitaciones para interpretar los acontecimientos de la naturaleza lo que nos impondría, necesariamente, asirnos de medios más sublimes o trascendentales para leerlos o entenderlos.
Sólo lo eventualmente incomprensible e inaccesible, puede llevarnos a concluir en un oscurantismo de conocimiento, pero, cuando se echa mano de los sentidos suprasensibles que tenemos, como por ejemplo la intuición objetiva, esta nos lleva a dilucidar cualquier símbolo del lenguaje de la naturaleza, de modo tal que ningún suceso u acontecimiento sea ininterpretable. Del mismo modo, la muerte tiene ese cariz oscuro porque no podemos leer en ella su mensaje objetivo, llevándonos incluso a no poder trascenderla, prescindiendo de ella, para conocer ese otro lado que de tanto misterio está envuelto gracias a nuestras propias carencias de sentidos sensibles.
La muerte como un hecho físico esta allí, sin que nadie la pueda negar; y no se le puede negar porque no se le conoce, sólo el conocimiento de la misma nos llevaría a la negación vital de la misma. Y es justamente con ella misma que podríamos vencerla a ella misma. Sólo la muerte puede vencer a la muerte. Si descubrieras que hay detrás del traje frío de capacete negro, calavera blanca y dorada guadaña, te liberarías de ella por toda una eternidad. El secreto esta en la misma muerte. Sólo muriendo puedes eliminar a la muerte. Al fin al cabo el hecho de la muerte es un acto que palpita de instante en instante, de momento en momento, aquí y ahora, que más da hacerla conciente para eliminar todo aspecto psicológico negativo que es el desencadenante de la física muerte. Pero sólo valientes, ha registrado la historia secreta que han podido develar la cara oculta del portador de la guadaña. Una vez que le han visto la verdadera faz, ya no pueden morir nunca. Ella se rinde a sus pies y los reviste de la capa carmín de los reyes, reyes de sí mismos y por ende del universo entero. Te invito a morir, la muerte esta en marcha.


Editor: Marcoantonio Paredes

miércoles, 21 de octubre de 2009

MIS POEMAS

no estoy aquí,
soy extensión del tiempo,
de tu tiempo,
de tu caricia,
del viento sacro de tu cabello.


Y el poema es:

viaje del amor.

jueves, 15 de octubre de 2009

NATIVIDAD ESTELAR



“Nunca se esta más cerca
al infierno que cuando se es dios”

A todos los magos guerreros
que están por allí,
sin que el mundo sepa de ellos.


Para cuando llegó a la segunda montaña el oscuro sonido de la medianoche violentaba sus oídos. Una nada bullía a su alrededor, solo él y su alma cansada de tanta lucha buscaba un lugar donde recostarse. Cuando encontró otra roca para dormir, tuvo conciencia de la soledad del momento, del tiempo, del lugar, pero, la espesura de la naturaleza, de sus vientos y del todo, sentía que lo contenía y era parte de esa existencia tan cruda y real, eso lo tranquilizaba y le daba una paz que no hubiera sentido en cualquier otro sitio. Pudo alcanzar a ver esa estrella refulgente, en el magnético norte, en lo más alto del cielo y se solazo de que aún estuviera allí, pues siempre estaba como estampa para sus oraciones, las cuales eran constantes aún en el día cuando el brillante sol alcanzaba su plenitud, la imaginaba en lo alto del cielo vigilando su camino, persiguiendo sus conjuros.


Tener que alejarse de la ciudad y enfrentarse a estas bestias, a mis propias bestias, pensó al volver los ojos hacia el sur, aunque Chiclayo tiene sus propias bestias y el estar más alto que ella me da el poder de dominarla. Cuando la miro desde aquí, desde lo alto de la montaña, extiendo la mano y puedo cogerla, aplastarla si es que quiero. Volvió al silencio de su mente, para recordar luego el canto de su gallo a esta hora, le extrañaba recordarlo. Y pudo oírlo en la lejanía y mientras más se concentraba en él, más fuerte se hacía y más, hasta sentir ese raspar de su garganta emplumada en la propia. Una luz iluminó la pequeña planicie atravesando los parpados de sus ojos que estaban cerrados escuchando el canto del gallo y tuvo que frotárselos con las manos y cubrírselos después, tanta luz no podía contener, ya acostumbrados a la oscuridad de su rededor. Esto lo hizo sentarse rápidamente e intentar mirar hacia ella, pero, no podía siquiera abrir los ojos. Súbitamente la luz desapareció. Se levantó consternado y recién tuvo tiempo para capturar la sensación del momento, extraña y grande. No sentía temor, había comprendido que los temores hacia lo externo no tenían objeto real, en cambio el interior del hombre tiene oscuridades y oquedades impensables e imperceptibles y esas son precisamente las que nos condicionan todos los pensamientos, sensaciones y circunstancias del destino.


Raudo se volvió para poder ver quien había emitido la voz por detrás de él, y es en ese preciso instante que se dio cuenta de que ésta no había articulado palabra, pero la había oído. Sus ojos se apiadaron hasta entornarlos para poder observar la luz que esta vez estaba rodeando algo. Cuando pudo observar con mayor nitidez se sorprendió al ver la pequeñez de la estatura de aquel ser y sintió que se acercaba hacia él. No obstante su pequeño tamaño su presencia era terriblemente grande y sentía que era infinitamente poderosa. Pudo oír nuevamente, sin ver articulación de palabra, que le dijo: soy el príncipe que ha venido a reinar en tus tierras y desde ahora yo soy quien me encargaré de limpiar tus dominios hasta el fin.


Mientras se acercaba, la naturaleza se detuvo pasmosamente y pudo respirar el incienso del movimiento de los astros fundiéndose en el momento y aquel ser, aquel niño, emitiendo flores por sus ojos, dorando lo que posase con sus pies, una vez en frente, muy cerca, sonriéndole, pasó a través de él desapareciendo. Cayó al suelo como fulminado por un rayo y luego se encontró elevado en la nada con los astros alrededor suyo y pudo tomarlos en sus manos, jugar con las estrellas, alcanzar con un beso la tierra entera, abrazar el universo conocido y poder ver el desconocido. Por la mañana, acostado junto a su esposa una electricidad extraña rodeaba su cuerpo. Al despertar ella, la beso con el nuevo fulgor de su amor. Todo ante él tenía una especie de brillo traslucido, todo tenía un sabor emocional a nuevo, a inicio. Ya en la calle, muy temprano, saliendo por vicente de la vega, ésta aparecía fresca y lozana como todas las mañanas, caminando hacia elías aguirre recordó la imagen del príncipe, y un rictus de su boca acompañado de sensaciones indescriptiblemente agradables lo hicieron detenerse y recordar quien era ahora.


Ese poder que muchos seres poseyeron en la antigüedad, desde que el tiempo empezó a existir en todo el universo, ahora lo hacía amo y señor del cosmos entero.Ahora la guerra ya no será igual, las batallas tendrán un oponente más certero y voraz, ninguna bestia será contendor. Es increíble, yo aquí andando por estas calles, despierto, y Chiclayo, el mundo, durmiendo ante mí, pensó Marcelo mientras sus pasos en todos los cielos, dejaban huella de su caminata, alerta como heraldo en tiempos de guerra, para siempre.

jueves, 20 de agosto de 2009

CHIMPUM… CALLAO! CHIMPUM… CALLAO!
¡VIVA EL CALLAO!

martes, 18 de agosto de 2009

EJEMPLO DE FASCISMO CULTURAL

FIEL AL ESTILO DE PARE DE SUFRIR
(SIN PORTUGUESES Y UN “ESPECIAL DEL HUMOR” QUE HAGA EL REMEDO)

La manipulación es uno de los grandes y antiguos problemas de la humanidad, ella se ejerce desde la amistad, la familia, el trabajo, la cultura, la religión, la política, etcétera, y junto al amiguismo, el tarjetazo, la franela y la sumisión, generan otro problema de la que los peruanos, y porque no decirlo, el mundo entero, es victima de siempre. Valernos de la opinión parcializada o de la circunstancia fortuita para tener juicios sobre algo o sobre alguien, es una actitud por demás gaseosa, pedante y antojadiza. Si voy para Lima y alcanzo la semana de la comida criolla para fiestas patrias, puedo tener la idea que a la capital le va de lo mejor, que todo es festivo, color y felicidad: ¡Qué buen trabajo del alcalde! Si me encuentro con más supermercados, modernísimos: ¡Qué buen trabajo del alcalde! Si me encuentro con vías nuevas o renovadas: ¡Qué buen trabajo del alcalde! Y entonces, me debe quedar la idea y la figura, que los que viven en Lima la deben de pasar rebién. Más aún, si llego un día al Perú, de otro país, y encuentro a nuestro Presidente Alan García, con la nariz roja, haciendo de claown, gozando de lo lindo con sus gestos atontados y su barriga de burócrata, debo creer pues que en el Perú, las cosas van bien y que nuestro gobierno se da el tiempo de hacer payasadas, para divertir o distraer a nuestro pueblo, olvidándose este de todo, eso es lo que siempre hacen nuestros gobiernos, allí pues están las magalis, las laura bozos, etcétera.

Todos, sabemos bien, que los problemas en nuestro país son muy profundos, no se trata de armar fiestecillas, comilonas, celebraciones, festivales, pasacalles, etcétera, que no son más que distractivos sesgados e interesados, que no reflejan realmente la idea o la problemática del asunto en cuestión. Es verdad que nuestro Estado tiene como hija no reconocida a la Cultura en nuestro país, la tiene abandonada y la desprecia. A veces, una que otra vez, le alcanza algún mezquino mendrugo de pan para sentirse bien consigo mismo y darse ínfulas, y eso todos lo sabemos, no es sabiduría de algunos. Pero, ese mismo estado o gobierno a la que la señora hace alusión y critica, es el mismo estado partidario que envió a Carlos Mendoza, a través de la amiguísima del Presidente, Cecilia Bácula, persona intratable, a no ser que se le acerque gente que usa su mismo perfume raro.

No se puede ir a una ciudad y tener una opinión o juicio de valor, sobre su gente, sus instituciones o intelectuales, por un día o unos cuantos días que dura la estancia. Eso es perezoso. Por otro lado, es extraño reconocer a personajes con un explicito, recontrarefrito y abierta actitud socialisticoide, apoyando a otros personajes que tienen como santos de sus repisas de habitación a iconos funestos como Mussolini, Hitler, Stalin, etcétera, haciendo pues alarde con su comportamiento de aprendices de fascistas. Pues nuestro director del INC, no hizo más que tener, desde el momento que llegó, una actitud afrentista, inconciliadora y quebrantadora de muchas de las cosas que se habían logrado y que eran parte de proyectos que se estaban encaminando.

Es verdad, nuestra ciudad, asistía desde hace mucho tiempo a una dejadez organizacional, administrativa, por parte de sus mismas autoridades culturales, pero, la realidad es que nosotros, Conglomerado Cultural, como Institución Cultural Independiente, hemos luchado y bregado duramente por realizar los cambios en el proceder de nuestras autoridades, intentando impulsar una administración con mayor honestidad de los pingues fondos que otorgaba el estado. Conglomerado Cultural, fue, y es, la primera Institución Cultural Independiente, que denunció el modo de hacer y deshacer de nuestro Casa Cultural.

Cuando el advenedizo director llegó al Instituto Nacional de Cultura, la gente dentro y fuera de la Casa Cultural, celebró su llegada. Celebró que destruyeran nuestro panel donde las personas, que entraban y salían a toda hora libremente, podían leer la literatura lambayecana en creciente, enterarse de las denuncias que realizábamos casi todos los días. Celebraron que nos cerraran las puertas para no hacer vida literaria en la casa cultural de todos los lambayecanos. El Conglomerado Cultural fue el primero en denunciar los problemas de ingesta de alcohol dentro del recinto, permitido por la administración. Celebraron, que a sus propios conciudadanos, artistas lambayecanos, los sacaran, solo porque no dejábamos que las cosas sigan igual, porque queríamos que la historia presente de la Cultura en Lambayeque sea otra. Y esos mismos que celebraron la actitud ignominiosa contra el Conglomerado Cultural, no tardaron en darse cuenta y ser victimas, de esa misma administración que aplaudieron, que lejos de hacer valer sus intereses, empezó a conculcarlos y crear imposiciones que poco a poco fueron dejando en apertura la terrible corrupción que continúa detrás de tanta gigantografía, afiche, serpentina, ruido y suntuosidad lúbrica. Esos mismos, luego llegaron a pedirnos ayuda y expresarnos todo lo oscuro que estaba sucediendo en el Instituto Nacional de Cultura.

Bajo ese mismo criterio o condicionamiento, debimos celebrar pues el gobierno de Fujimori, que conculcó la democracia, eliminó personas en contra de su gobierno, acalló opiniones, sesgó y parcializó actividades y presupuestos, para poder salir a la palestra y aparecer como el salvador mediático del estado. Eso mismo ha pasado en nuestra Cultura Chiclayana, creía, mucha gente, incluyendo artistas de nuestra misma orbe que se dejaron deslumbrar por la pintura y la candileja, que el ruido y la distracción dicharachera, era signo de que se estaban haciendo las cosas bien. Error constante en nuestros pueblos latinoamericanos, que lejos de apelar a su criterio objetivo, nos dejamos llevar por apasionamientos que siempre, siempre, traen consecuencias negativas. Y sino pues, por toda la bulla que hace Alan García, en el canal del estado y las otras televisoras, sobre su “Perú avanza”, deberíamos creer que la cosa le va bien a todos y que nuestro País es un paraíso.

Por fortuna, existen testimonios concretos de nuestra lucha cara a cara con el fascismo cultural que se inició hace tres años. He acompañado a Nicolás Hidrogo todo este tiempo, y el sabe que mi posición es indeclinable cuando se trata de defender las causas justas, y es entonces que no he podido dejar de sentirme identificado con la soledad de su denuncia, a la que ya estamos acostumbrados. Pero no podía hacer menos. Allí, están los cientos de artículos denunciando desde un inicio los problemas que nos vendrían al aceptar a un director foráneo y advenedizo. Allí, están las cientos de entrevistas en radios, televisión, diarios, donde denunciábamos, el modo abusivo como se nos trató en nuestra propia casa cultural, lástima que el poder terminó por fascinar a muchos medios periodísticos y como siempre pasa, loaron el poder infame de Carlos Mendoza Canto.

Entonces señora María Soto. Debería ser más coherente con su posición idealista, puesta esta actitud la aleja totalmente de su tendencia partidaria. Debería tener más certeza de lo que habla y no tener la opinión sesgada de la amistad o la extraordinaria visita a nuestra ciudad. Siempre se debe tener cuidado cuando se opina sobre la problemática o las personas de la ciudad a la que uno no pertenece. Así como criticamos alguna vez la opinión de nuestro excelente escritor Mario Vargas Llosa, (obviamente haciendo distancia de las comparaciones como escritores) hablando sobre nuestro país desde de la comodidad extranjera, así, no podemos dejar de sentirnos cuando usted se atreve hablar sobre algo que no tiene una opinión objetiva más que por su asistencia a uno de los muchos festivales de teatro que realizó Carlos Mendoza, actitud que demostraba como dejaba huérfana al resto de actividades culturales, apoyándolas mezquinamente para justificar su dizque “total apoyo a todas las artes”. Si así, de modo facilista, se crítica el gran teatro de la realidad, todos nos aprestamos a acudir a la gran comedia, en la que los Chiclayanos seamos el público pasivo de siempre, que no tengamos otro recurso que cruzarnos de brazos y reírnos de las payasadas de su grandes puestas en escena de los poderes, autoridades, gobiernos, etcétera. Por fortuna, tienen Conglomerado Cultural para rato, sin mordaza, sin sesgos, sin parcializaciones, sin claudicaciones. Sépase pues, aquí no hay refritos ni calentados, eso se lo dejamos a los de pensamiento retrogrado e involucionante, aquí hay independencia total para poder tener la libertad de opinar, criticar y decir.

Marcoantonio Paredes
Chiclayano, Lambayecano, Promotor Cultural Independiente

martes, 11 de agosto de 2009

MIS CUENTOS

Cuando la noche prefiere ser pérfida

..mirándome al espejo,
he descubierto un extraño,
por que al fin y al cabo,
yo mismo no me conozco.
A nadie le debo nada,
pero yo mismo me embargo,
los míseros ideales,
que no he cumplido con pagar sus reales...
De la canción “Confesiones” (Los Mojarras)


¡Uyyy! ¡Ayy! ¡Hasta el fondo mi amor! ¡Empuja! Y su trasero gordo y blanco se movía de modo insospechado para ella y mucho más para él. ¡Mi amor! Interrumpió la mujer. Mátame el zancudo que tengo en la pierna derecha. Ella no podía, estaba agachada, muy agachada. Marcelo palmoteó la pierna de Ana con una satisfacción pasmosa. Las nalgas de Ana al batirse iluminaban el rostro de Marcelo quien podía ver como estas rebotaban a cada agitación. ¡Los zancudos mi amor! Le decía ella mientras las sensaciones le ganaban a las picaduras. Un vientecillo frío endurecía las nalgas de ambos y a su lujuria. Pero nada interrumpía el momento. Los cañaverales cual paredes mudas, acompañaban la escena con movimientos y sonidos del rozamiento de sus hojas, como sí ellas también sexuaran. Marcelo sujetaba muy fuerte a Ana. Ella con las manos en el alto borde de un surco se colgaba de todo el ímpetu de él. El vestido le cubría la cabeza, pues había sido levantado hasta dejar los senos colgando, expuestos al bárbaro manoseo de las manos de Marcelo. Este se dio cuenta que los zancudos hacían un festín del trasero de Ana. ¡Debe ser que es tan blanco, y como la luz les atrae! Se dijo Marcelo mientras espantaba a los insectos.
¡Mamáaa! El llanto jodía a Marcelo. ¡Mamáaa! El llanto atormentado abría un sendero de los cañaverales. ¡Mamáaa! Tengo miedo... ¡Los zancudos me pican! ¡Mamáaa! Mi hermanito se durmió! Y el llanto solo era oído por la noche ciega, sin luna y sin estrellas. ¡Mamáaa! Y su angustia quebrantó todo en la profundidad de su alma y sus ideas. Todo quedaría marcado para siempre por esa infausta circunstancia. Ella no entendía. No concebía nada. Sólo oía gritos y graznidos de posesos. ¡Mamáaa! Y su grito sofocado por sus mocos no alcanzaba a nadie... A nada... Ni a su madre...
¡Caray! Otra vez ese sueño, otra vez retratado yo en esa imagen. Marcelo se despertó confundido en ese conflicto de emociones: la angustia de los niños y la lujuria de esa mujer. Si solo fue mi suspicacia. Se repetía en sus adentros. La oscuridad de su cuarto le impidió evadir las visiones. Y todo apareció de nuevo. La noche del domingo recorrió su mente.
¡Sube, sube! ¡A Mochumí... A Mochumí! Hay asiento atrás señora... ¡Señor! Hay asiento atrás. Dos juntos. El cobrador insistía. La hora pasaba carajo. Wilbor y yo teníamos que llegar pronto. Por fin la pareja subió. La mujer de por lo menos treinta y siete años llevaba a sus dos pequeños. Un varón que tenía apariencia de cinco años, con un corte redondo, parecía un menudo y rechoncho curita. La niña tenía ocho años, de colas como de historieta, carita muy redonda. Los globos que llevaban en la mano, aporrearon el rostro de todos al subir. El niño se parecía mucho a la mujer. Su pareja, que se quedó en la entrada detrás del asiento del chofer, masticaba chicle. Tenía el rostro de ebrio nervioso. Era un cholo piel curtida y miraba el exterior todo el tiempo.
¡¿Mamá, a dónde vamos?! Inquirió la niña angustiada. ¡Calla... Calla! Le dijo la madre susurrándole preocupada, la que estaba a mi lado. Llevaba a su niño en las faldas al que besaba de vez en vez en la mejilla. La mujer olía a licor. Es un hecho que habrían salido de una fiesta: un bautizo, un cumpleaños, algo así. La combi avanzaba entre la oscuridad de la carretera. Por esos lares sólo se podía ver lo que la luz del móvil alumbraba. Una estridente y bulliciosa canción de Tony Rosado sonaba en la radio del vehículo, eso distraía a fuerza a los pasajeros. El rostro del hombre surgía como más embriagado en cada metro que avanzaba la combi. Iba en silencio, como concibiendo el pecado.
¡¿Mamáaa, a dónde vamos?! Inquirió la niña más angustiada aún. ¡Cállate...! Le susurró nuevamente la madre, esta vez molesta. La niña avergonzada opta por observar también el camino desconocido. Aún estábamos lejos de Mochumí. Ya eran las ocho y cuarenta y cinco de la noche.
De súbito. ¡Baja... Baja!. Gritó el cobrador. Bajó el borracho y lo siguió la mujer y sus dos niños. El paraje aún era oscuro, todo estaba colmado de cañaverales verde endrino y no había ninguna casa a la vista. La combi arrancó y dejó que la pareja se esfumara en el horizonte oscuro. Y mi pensamiento se sofocó en mis angustias de humano, de alma, de ser. Y estos no alcanzaban a nadie... A nada... Ni a la madre...

La Despersonalización de la Obra Artística



Si bien es cierto el título del siguiente trabajo se refiere a la obra artística en general, lo propuesto en las siguientes líneas es observable en cualquier campo de la actividad del arte, es decir, la pintura, la poesía, la narrativa, el teatro, la música, etc.; de tal modo que para mayor comprensión y simplificación lo plantearé en el trabajo literario (poesía y narrativa). Mi propuesta obedece a la creciente desnaturalización esencial del arte en la actualidad. Desde que con la Revolución Rusa hubo la apertura del "arte comprometido" y luego los que no acudieron a la vertiente se les declaró "arte por arte", se ha ido confundiendo asuntos como para que sirve el arte, para que existe, quienes hacen el verdadero arte, etc., etc., y con ello se ha justificado una serie de conceptualizaciones absurdas del mismo, llegando a crear en muchos casos un arte inservible que no obedece a ninguna de las dos "vertientes" existentes de la producción de la obra artística. Esto es consecuencia de la compleja psicología humana actual: confundido, confunde todo. Ante lo que escribo ahora muchos levantaran su voz de protesta, altaneras y los eruditos en la materia se verán ofendidos frente a esto. Yo solo intento volver a las fuentes reales del arte y sus funciones esenciales, alentado por la voluntad de la humanidad representado de forma singular en mi esencia.



II. Del Arte y su Obra


Existe una gran cantidad de libros adornando bibliotecas intentando definir lo que es arte. Una gran cantidad de páginas sobre tratados de arte discurren sobre la conceptualización del arte y sus funciones. Para fastidio de los tratadistas voy a decir que el arte tiene una sola definición, sencilla, simple y concreta: "es el medio por el cual se captan las efusiones esenciales de la naturaleza intentando transmitir su belleza intrínseca y con ello su sabiduría". Su función, única, irreemplazable y original: "sensibilizar al individuo motivando la constitución esencial de su ser y la animación de sus aspectos trascendentales". Esto es en resumen la significación a tanta argumentación inservible que no hace más que complicar las cosas. No existe "arte por arte" o "arte comprometido", ninguna obedece a la real dualidad de la naturaleza (Positivo y negativo), los dos son una misma cosa. El arte por un lado tiene ese aspecto liberador de las efusiones naturales e independientes del hombre y por otro, éste, se debe hacer con el compromiso de trasmitir la sabiduría recepcionada. Lo que si se ha generado con todo este conjunto de proyecciones o ejecuciones del arte es que este tenga un evidente aspecto positivo y otro negativo, válgase llamar arte objetivo y arte subjetivo. El arte objetivo, es aquel que trasmite la esencia de la belleza y su sabiduría, conllevando con ello a la regeneración del individuo, liberando aspectos virtuosos. Por otro lado, con relación al arte subjetivo, no necesitamos más que observar las actuales condiciones en la que se encuentran las expresiones artísticas, degeneradas y sirviendo de detonante para despertar en el individuo las más bajas pasiones. A la luz de estas definiciones, claras, concisas y objetivas, podrían nacer dos preguntas que una sería contestada con la respuesta de la primera: ¿Quiénes hacen el arte objetivo?. Sin ambages, el arte objetivo es realizado por personas que tienen la calidad de Iniciados y captan concientemente las efusiones de la naturaleza y realizan arte para los Iniciados. Los no Iniciados o "entendidos" se embarcan en interpretaciones atrevidas, necias y díscolas sobre el trabajo de estos, logrando confundir al resto. El hombre en sí mismo actualmente tiene una complejidad psicológica terrible que enturbia su sensibilidad para captar los símbolos, tanto de las expresiones de los Iniciados como los de la naturaleza. Este hombre es el que intenta interpretar muchas obras artísticas de Iniciados (La última cena, la biblia, el Werther, la iconografía moche, la quinta sinfonía, la Walkiria, las pirámides de Egipto, el evangelio apócrifo de Judas, Eclesiastés, etc.), teniendo una infinidad de enunciados, seudo-verdades, en la que, en muchos casos, nuclean personas creyendo encontrar en ello el camino de la liberación, a la cual intrínsicamente, todos, más o menos, confluimos.

La interpretación de la obra artística, o para ser más claro, ya cogiendo el hilo conductor del asunto que me atañe, la obra literaria, es imposible. El creador en la actualidad, en su condición psicológica, el no Iniciado, crea para sí mismo, subjetivizando el tema, abstrayéndolo a tal punto que resulta ininteligible para todos, aquel que logra eso actualmente es un "gran poeta" y quien interprete o analice un "gran interprete", y si no se logra ninguno de esos aspectos, se escudan en que no es para el tiempo o en el cacareado polisemantismo. Nadie los va entender nunca, porque ni los creadores son iniciados, pues no crean arte a través de los símbolos universales, ni los que interpretan tienen esa categoría. Pero, podría ensayarse otra pregunta: ¿Y porqué algunos escritores tienen un mensaje parecido al Iniciático?. No todo es blanco y negro, como en todo hay grises y pues hay que reconocer que algunos artistas ensayan tanto sus cualidades sensibles, con la cual todos nacemos y logran captar, recepcionar, algunos mensajes de la naturaleza, con lo cual se tendría a los artistas concientes de su trabajo artísticos y otro tanto, los más, inconscientes de lo que hacen, solo sirven para causas universales e ignotas y un ejemplo de esto, muy cercano, es la del escritor Dan Brow y su Best Seller el Código da Vinci, que ha servido para despertar el interés en muchos temas controversiales e importantes, nada nuevos, sino ocultos y tan antiguos como la misma naturaleza.



III. Conclusiones


Todo lo existente en el mundo esta cubierto por un halo de mentira y de verdad. No podemos saber si lo que observamos es real o espejismo de nuestra soberbia existencial. El arte, la obra literaria, no está exenta de esa vorágine y no podemos culpar al arte en sí mismo, es el hombre que ha complicado el mundo por sus terribles pasiones y sus ambiciones desproporcionadas. ¿Qué podemos proyectar en nuestra actual condición humana? La psicología debe cobrar nuevamente un papel preponderante en el descubrimiento de los factores de la degeneración y la involución de las cualidades humanas. El artista, ¿qué ensaya en su obra artística actual? Muchos entendidos aspiran algún día llegar a entender y captar las reflexiones ajenas: Imposible. El hombre se volverá cada vez más complejo y lo que produce también, en todos los campos del quehacer humano. Esto conllevará a dos posibles consecuencias: a abstraer más las mentes o conciencias de muchos, o a despertar la conciencia de otros pocos. El mensaje último de este trabajo será que los artistas, último bastión de las sensibilidad humana, sean, antes que todo, auto-censuradores de su propio estado interior, de modo que podamos vibrar, para bien de los observadores, de otra forma, con otro aire, con otra voz, con otra expresión, con otra letra y eso trae consigo una desperzonalización de la obra artística.

lunes, 20 de abril de 2009

MIS CUENTOS

Volver a ser
…hablar sobre amor por el messenger, cientos de veces, es como enamorarse a primera vista…

El pene al aire encogido, las nalgas frías dando la espalda a la mesa, las piernas yertas y mi torso lampiño, rompían la armonía del antiguo interior. Estaba desnudo frente al auditorio hablando sobre la película. Por inusitados momentos me preguntaba como es que la gente no ponía reparo en ello. No entendía como podía hablar con notable fluidez en esas condiciones. Me paseaba de un lado para el otro de ese extremo del auditorio y la gente, con evidente concentración, me perseguía con la mirada para donde iba. Como nada parecía más llamar la atención que mi perorata sobre el cine independiente y el cine comercial, continuaba, sin importarme el estar así, sin nada de ropa. Trataba de no distraerme en pensar que había sido de mi indumentaria de siempre. En ese estado, fácil podría arrancar una risa o una mirada de sorpresa, pero nada. Cuando ya estaba a punto de terminar mi discurso para ver la película, pude ver como un rostro me sonreía con especial familiaridad, y era evidente que se sonreía por mí. Insistentemente. Me avergonzó por un instante la desnudes de mi cuerpo, pero, como motivado por una ráfaga de terrible voluntad corrí hacia ella desesperadamente. Pero mis pasos se hacían lentos, pavorosamente lentos y ella sonreía, bella, hermosa, trascendental; y cada vez más angustiado, en un último impulso desesperado salté hacia ella: si era ella, Rossy, frente a mí, en el auditorio. Y no la pude alcanzar, ni su sonrisa, ni su rostro.

Mis ojos abiertos, con la vista posesionada sobre el techo blanco de mi habitación intentaba resolver nuevamente la angustia de mi corazón. Ese sueño apesadumbrado. Sabía que había visto su rostro, pero no lo podía imaginar: ¿qué era eso que me impedía verla y reconocerla? Eso duplicaba mi ya alicaído espíritu contrito. Me consolaba tratando de sacar deducciones de lo que habíamos hablado. Debe ser cierto lo que decía, es como otro mundo el de los sueños, otra dimensión. En esa desesperación, la posibilidad de hacerlo conciente, de tomarlo, de manejarlo, me abrumaba. Ella me había enseñado en muchas conversaciones como desdoblarme, se lo creí porque la amaba. Era otra especie de ser, salido de algún cuento feliz, cuando comprobaba su existencia cada día, vivía sólo para ella y no es para menos decir que para el messenger donde la podía encontrar, todo el tiempo. Hacía oídos sordos cuando me decían: que cómo era posible que me pudiese enamorar de alguien por el messenger, sin nunca haberla visto. Sólo sabía que se hacía llamar Rossy y nada más. Pero, para mi eso era lo absoluto, lo total. No había más.

Marcelo dice: Hola Rossy. Me has extrañado? Yo mucho.
Rossy dice: Si que si. Claro que claro.
Marcelo dice: jajajaaja
Rossy dice: Y dime, leíste lo que te pase a tu correo.
Marcelo dice: Si claro. (Respondiendo con temor, le preocupaba le preguntara más, había leído el texto con rapidez, sin importancia).
Rossy dice: me alegra. Dentro de todo ese largo texto sólo algo es importante, sólo una frase sencilla.
Marcelo dice: (Interrumpiendo) Tú sabes que no me gusta leer mucho. Me descubriste cuando al principio de nuestro encuentro aquí, te quise engañar que había leído bastante.
Rossy dice: si pes… jajajaja
Marcelo dice: quería impresionarte. Tú sabes mucho.
Rossy dice: no se nada amor… no se nada… sólo he leído bastante. Saber…
Marcelo dice: bueno eso pes, pero sabes.
Rossy dice: saber es más amor, es mucho más. Sólo recurre a ese poder que habla el libro y veraz, empieza aunque sea una sola vez al día.
Marcelo dice: y amor… cuando nos conoceremos. Tenemos ya casi…
Rossy dice: no hay apuro, nos conoceremos.

El barullo de las patrullas. La hora nueve y treinta de la mañana y no quería despegarme de mi cama. Y para qué, todo el mundo estaba hecho una caos. Ese huevón que hizo esto se debe estar muriéndose de la risa. Todo afuera esta patas arriba. Si por lo menos la tuviera a mi lado, sería suficiente. Prefiero morir aquí adentro sino puedo volver hablar con ella nunca más. Cómo no pudimos imaginar todo lo que se venía y se supone que somos más inteligentes. Y ahora, con toda la modernidad que tenemos, sólo queda cáscara. El hombre ha vuelto a ser el mismo energúmeno de antes. Sólo era ropa sofisticada con la que se había vestido nuestra humanidad, fingiendo ser algo que no era. Rossy, te tuviera a mi lado, nada me importaría y volvería a lo que hizo el primer hombre si estuvieras junto a mí. Pero, nadie, nadie carajo se daba cuenta de la dependencia que se había creado. Bancos, empresas, instituciones privadas, públicas, las personas: que mierda y eso a mí que me importa, sólo la quiero a ella a mi lado y el resto que se hunda en el hoyo. Rossy: morir en ti mismo: qué significa eso?.

Marcelo dice: amor... pero no te das cuenta que ya llevamos tres años.
Rossy dice: acuérdate… hablar sobre el amor por el messenger…
Marcelo dice: si ya sé… y te amo… aunque mis amigos digan que estoy loco por amarte sin verte.
Rossy dice: y que crees que dicen de mi… pero que importa eso…
Rossy dice: más importante es lo que yo te enseño…
Marcelo dice: lo trato de asimilar sólo porque tú me lo dices… por que te amo.
Rossy dice: algún día vamos a necesitar el desdoblamiento… las cosas en el mundo van a cambiar… y mucho…
Marcelo dice: en serio que lo he intentado, pero me quedo dormido…
Rossy dice:jajajajaja, not problem…. así es al principio.

Tengo ya tres meses en este estado y no puedo recuperarme. Todo mi mundo interior esta hecho trizas, nada de que lo intento erigir logro mantenerlo por mucho tiempo en pie, mi estado emocional es caótico y temo que me lleve a lo peor, y para colmo el mundo afuera igual. El cielo es gris, la atmósfera es marcadamente fría, las lluvias son mayores y el sol no quiere calentar nuestras almas tristes. Todo tiene un panorama desolador, el griterío de la gente, los saqueos, las muertes por doquier, la violencia familiar, la caída económica de los países, todo en su conjunto es una imagen torturante para un espíritu sensible. Como estará ella, que vivía todos lo dramas juntos cuando en el mundo algo pasaba. No la puedo olvidar, además no quiero. Prefiero mantenerla eterna en la última conversación.
Y una lágrima dejó caer de sus ojos después de dos meses. Había hablado con ella por tres años y no la podía olvidar. Y repetidamente, hacia la desesperación, se consolaba en las palabras últimas que las tenía imborrable en su memoria.

Rossy dice: nadie ha nacido sabiendo amor… todos aprendemos de todos… el destino ha hecho que nos encontremos y tú sepas esto… te amo y mucho y si tú también me amas debes empezar de a pocos…
Marcelo dice: si lo se amor, me lo has dicho muchas veces.
Rossy dice: te amo… mucho… mucho… mucho…

El primer mes que dejó de hablar con ella lloraba todo el día y todos los días su alma se empañaba de un río de lágrimas después de ir y comprobar que las cabinas seguían cerradas.

Si alguno de nosotros: siendo millares en el mundo, hubiera notado algo. Pero nadie creyó cuando llegó a los correos que el internet iba a ser destruida, a pesar de los comentarios todos pensaron que era una de esos emails que siempre se envían para joder. Nadie sospechaba en lo más mínimo en la amenaza y qué podría significar para todos este espantoso desastre. Después la amenaza tuvo nombre propio y todos los días llegaban mensajes sobre el asunto, aún así la gente no alcanzo a ver nada. Aún yo, no le deba importancia, vivía eufórico de encontrarla siempre, a la misma hora.

Marcelo dice: quizá yo no soy para eso amor…
Rossy dice: nada… todos hemos nacido para algo… y tenemos ese gran poder… sólo muere… muere… muere…
Marcelo dice: muere? muere?
Rossy dice: acaso no has leído el libro, esta claro, muere en ti mismo…
Marcelo dice: por lo menos déjame verte… no me digas que no tienes cam…
Rossy dice: si es verdad… no te puedo mentir como antes… pero aún no…
Marcelo dice: amor… porque me escribes así… y esas letras que significan…
Rossy dice: que es eso que me escribes… estas loco?…
Marcelo dice: no sé… yo no escribo nada… la máquina sola se manda…
Rossy dice: no entiendo… no entiendo… amor?… amor?…

Aquella tarde en las cabinas todos estaban perplejos y le reclaman al cabinero por su tiempo, el messenger, la conexión. Nada hacía presagiar. Yo mirando la pantalla, esperando alguna reacción: las palabras nuevamente, la ventanitas vibrando, las conversaciones, los zumbidos, la música, pero por sobre todo esperaba la ventana de Rossy. Pero nada. Sólo el rostro electrónico de un demonio apareció en cruenta carcajada diciéndose llamar Hacker daimos. Cumplió su amenaza y destruyó el internet. Puso en funcionamiento su redimplotion. Fue el final. El resto lo vivimos todos los días. La incomunicación de largas distancias es total. El daño llego incluso a la red satelital, creo que ni el mismo hacker imagino la destrucción que significaría. Un segundo holocausto después de lo de la segunda guerra mundial. La red ha sido eliminada y nada ni nadie puede hacerla volver. Las grandes industrias del internet y de las computadoras han caído, después de defraudar a todos y descubrir la mentira de seguridad que eran. Mucha gente se ha suicidado, y yo, yo no se que hacer. Rossy: si me hubieras dado tu nombre real, si me hubieras dicho donde vives, un teléfono, una pista. Pero nada. Ahora sólo tengo eso de morir en mi mismo que no acabo de entender y que se repite en mi mente como si fuera la respuesta a todo. Además, lo del desdoblamiento astral que en mi desesperación, estoy pensado, sería la única manera de volver a verte.

El tiempo logra lo que no logra la voluntad del hombre: sellar los sentimientos, pero, con el amor de Marcelo, ni siquiera el tiempo pudo forzarlo a mirar la otra cara de la existencia, la de vivir sin Rossy. El sólo vivía para ella, aunque los años se le acabaran contando su ausencia en el espacio, pero no en su corazón.

Y aquí estoy, dando vueltas en este mundo vuelto de cabeza, con los niños jugando nuevamente en las calles a los juegos de siempre, a saltar, a subir a los árboles, a columpiarse. Y los hombres nuevamente inaugurando el saludo y la conversación en los parques como algo novedoso, esto no hacía más que hacer vibrar mi espíritu diario, inmortalizándose. Y ahora algo se movía en mi corazón que no dejaba de decirme un no se que, pero que tenía la certeza me llevaba hacia a algo. Rossy me dijo de continuo que cuando se mueve algo allí, eso se llamaba intuición, que me deje llevar no más, que el corazón sabe conducirse con denuedo de lo incierto a la verdad.

De regreso a mi casa, sin contar el tiempo, sin ver los días y las noches, más que los que de mi corazón sacudiéndome de vez en vez para volver mis emociones en paz; me senté frente al árbol que había crecido bastante desde hacía tres años. Nunca lo había mirado. Nunca me había fijado en el hermoso verdor de sus hojas y los pequeños nuevos seres que se anidan en él, que ahora los oigo cantar sin perderme ninguno de sus trinos salutacionales, esos mismos que debieron cantar cada mañana que me sentía mal y desesperado, pero que resuelto a morir no podía oír. Miro la nobleza de este árbol y me comunico con él, con su nombre, con su voz, con su piel que me anuncia cambios. Antes los árboles comunicaban al tiempo los amores, las luchas, los padeceres del cielo y la vibración de la nueva vida e informaban alborozamente de las rutas de los sabios y de sus sueños deliciosos. Sus movimientos eran el de la imitación de los dioses y sus elementos y sus gritos nos anunciaban la venida de los avatares allá en los milenios venideros. Y no era el messenger. Cuánto romance en tallar el nombre de la amada en la corteza de alguno de ellos. Un corazón y un nombre tallado dentro cobraban vida, incluso en el suspiro de los enamorados preguntándose por los amantes. Y Marcelo cerraba sus ojos recibiendo con resignación divina la lontananza del hermoso pasado. Cuando, minutos después los abriese, guiado siempre por el corazón, talló el nombre de Rossy y el suyo junto, en aquel árbol junto a su casa que ahora era fuente de los pensamientos más sublimes y recónditos. La magia se procesaba de instante en instante en ese árbol ahora que llevaba el nombre de su amada inmortal. Allí estarás por siempre mi amor, se dijo mientras sonreía junto con la tarde de los tiempos. Allí estarás como estrella conjurando todos los males, como estrella bienhechora del fuego creador y del cual yo arderé cuando la emoción sublime de la muerte sea mi destino feliz.

Una tarde inusitada cuando la calma volvió totalmente al corazón de Marcelo y no cesaba de morir en si mismo, se sentó frente a su árbol como siempre, comprendiendo la insignificancia del ser humano frente a la grandeza de la naturaleza y volviendo la mirada hacia el corazón, con el nombre de Rossy y el suyo tallado en ese árbol, sacerdote de sus confesiones, volvió a sonreír después de trece meses, con lágrimas en los ojos, entre ese laberinto de sentimientos, tratando de guardar la calma, con el alma volcada en ese instante de existencia, leyó la inscripción que aparecía adicionada, que decía: te espero, por fin, a la cinco de la tarde frente a tu casa, en mi casa.
Y ya era la hora.
Sincera impudicia

“no hay nadie más irreconocible que uno mismo”
Era octubre. Una pía melodía insonora, silente, sorda; inundaba el ambiente solitario de la habitación. Un morado recogimiento golpeaba la desnudez del espacio y amenazaba con tomar toda la casa, todos los agujeros, hasta que la única privilegiada sensación sea ella, la jacintina y muda canción de aquel decano mes.

La casa, por demás, hablaba, sonreía, lloraba, respiraba, expelía un olor a beatitud. Si no es por los cuadros de bonitos clásicos paisajes, algunos almanaques de niños lozanamente sonrientes, algunos adornos de animales y una que otra cosa común y corriente, sólo faltaría la compañía de un cura para que sea una lustrosa iglesia o un convento. Pero, la señora Dalia recitaba de tal modo, diariamente, un discurso, que se acercaba en mucho al rito dominical de la misa, que le insuflaba de un aire de sacerdocio femenino.

Desayuno, almuerzo y cena, la señora Dalia oraba y agradecía ceremoniosamente a dios y sus santos. La familia estampada en la mesa, recogida en las palabras del matriarcado místico, volvían después de casi veinte minutos la vista al frente. Y comían todo alimento sin decir palabra alguna, menos ejecutar algún movimiento que no sea el de mover las manos, los brazos, la boca, etc., para llevarse y engullir los alimentos.

Vestidos largos, muy largos, mangas largas y el cuello cubierto, para no personificar el pecado con ningún centímetro del cuerpo; sus hijas no podían pintarse el rostro. El niño, pantalón de vestir color azul o marrón, camisa y corbata, para ser perfecto por dentro y por fuera.

Eran ya treinta años, once meses, dos semanas, cinco días, diez y nueve horas, treinta minutos; la mitad de su existencia, de vivir congraciada a dios en cada instante de su vida doña Dalia, así viviría el resto de su vida, y así tendrían que vivir sus hijos.

Ella, la hija mayor, demorándose en bajar, se miraba frente al espejo que en sus quicios de madera lucía estampitas de san judas, san patricio, san pedro, la virgen maría, san josé y otras, que le hacían recordar que la imagen del espejo tenía que parecerse algún día a la de alguno de ellos, eso era básico para que a los treinta y dos años pueda casarse y pueda elegir al hombre que podría poseerla en comunión con dios. La habitación estaba pintada de blanco, símbolo de la pureza y de la paz. Buena influencia para el corazón, el alma y los sueños de Paola. Le faltaban ocho años para poder escoger al novio. Atenta al espejo y a su imagen, se probaba unos aretes que secretamente había guardado después que una amiga le hiciera el regalo. Doña Dalia no dejaba que usara ningún ornamento, decía que eran joyas del diablo y que seguro él las lucía como estrellas en el cielo del infierno.

Paola, mientras se miraba al espejo, de vez en cuando observaba el reflejo en él del traje morado que le esperaba sobre la cama que estaba detrás. Era la octava noche de procesión y debía ir. Como todos los años. Ella sonreía alegremente, recordaba que el mes de octubre era el mejor mes para ella. El morado era su color favorito y todo lo que tenga olor y sabor a él era de un extasiante agrado para ella desde hacía tres años. Eran, además, las únicas noches que podía ejercer la libertad que la naturaleza provee a todos los seres de su creación. Pues su madre no la dejaba andar sola por ningún sitio, decía que estaba en la edad en la que el diablo anda a tientas detrás de sus inocencias para apoderarse de ellas.

Paola pertenecía a las acordonadas de la procesión, ella impedía que el impulsado frenesí de algún feligrés alcanzara la imagen. La luna la miraba silenciosamente desde lejos, sin poderla tocar. Su cabello salvajemente ensortijado que siempre llevaba atado, caía largo, como catarata de paisaje chino sobre sus hombros delicadamente altos. Le gustaba observárselo antes de amarrárselo. Su piel canela, bellamente aporcelanada, dejaba ver pequeñas pecas dulcemente estéticas repartidas en su rostro oval de hermosos pómulos salientes. Sus ojos grandes, pestañas largas y alzadas, naturales; dejaban ver todo el cielo de su alma sensual. Sus pechos cual frutas frescas se alzaban retando a la gravedad y brillaban sonoramente a los labios desconocidos de la lujuria.

Era lo suficiente de estatura como para alcanzar cualquier ansia febril y coger el ánimo más arrebatado y sublime, y sentir ese gran poder hurtado a la sensualidad del fuego.

Era un encanto. Era la misma magia elemental hecha niña, hecha mujer. Una magia que ejecutaba sus pases magísticos en la sinuosidad ponderada de sus caderas anchas que era sostenida por sus piernas endiosadas, divinas, gracias del cielo y columnas de la ignota libidinidad juvenil. Lascivamente inocente y atrayente. Toda una beldad rozagante, tenía que vestirla de morado. Pero ella se alegraba del mes, endulzaba sus labios con sonrisas continuas. Explotaban sus mejillas al vaciarse su festividad discretamente efusiva por la comisura de sus labios prodigiosos. Cada mes de octubre, ansiado por once meses centuriales, celebraba su navidad personal, era sus fiestas patrias moradas. Todo ese mes era su cumpleaños uno y hubiese querido recibir pasteles, dulces, piñata y felicitaciones, si es que no tendría que disimular su exagerada alegría, encubrirla, con la imagen de la devoción espiritual. Era su mes.

Doña Dalia vivía y hablaba orgullosa de su Paola. Era una devota incontrastable del Señor de los Milagros. Desde hace tres años que resultaba una feligresa denodada, virtuosa y ejemplar, y no había que exigirle como antes para cumplir con sus votos religiosos. Había cambiado. Se había corregido. Ella no lo quería decir y nadie lograba descubrir de la actitud nueva. Pero, al fin al cabo lo que bastaba era que cumpla. Doña Dalia estaba satisfecha con el rebozado cambio.

Paola, se urgía. Ya eran siete y cuarenta de la noche y ella debía estar a las ocho en su cita de todos los días de octubre y de todos los años. Se sacaba los aretes y se los guardaba en el pecho. Se cubría afanosamente de su traje morado sabiendo lo fácil que es ponérselo y sacárselo, y ceñía su deliciosa y poseedora cintura con el cordón blanco de costumbre.
Medias de nylon solamente hasta las rodillas y zapatos negros de amarras que nunca ha desamarrado, solo se los pone y se los saca. Mientras hacía todo, de soslayo miraba su imagen reflejada en el espejo, viéndose como iba quedando cubierta, lista para entregarse al señor de los milagros. A su señor de los milagros.

Doña Dalia, después de varias llamadas, la esperaba en la puerta de la casa. ¡Ya hija! , Le decía doña Dalia a Paola mientras ella bajaba por la escalera de madera, posando muy delicadamente solo dos dedos, con el avance de cada escalón, sobre el pasamanos que tenían cedrados sostenes con figuras de ángeles y trinidades.
Paola, cubierta de morado hasta las pantorrillas, bajaba como si no le debiese a nadie ni a nada su existencia, lucía esplendorosa y graciosa; mientras su madre ejecutaba una orgullosa y rugosa sonrisa en su rostro mientras esperaba que bajara totalmente para decirle: ¡Hay hijita mía! ¿Quién lo creyera ahora? ¡Toda una moradita! – Paola besaba a su madre mostrando su sonrisa inocente, la más inocente e ingenua que tenía y la abrazaba abriendo la puerta para salir de su casa.

Mientras más cerca estaban a la procesión, un extraño nerviosismo se apoderaba de Paola que se expresaba en una súbita risita inacabada y el temblor de su brazo, al que iba sostenida su madre la que le aconsejaba: “No tienes por que ponerte nerviosa hijita mía. Solo encomiéndate a dios y veraz que te dará la fuerza para cumplir con tu labor”. Paola asentía con la mirada de costado, mirando a doña Dalia, apagando su risita en un suspiro profundo y cardiaco. Guardaron silencio y Paola pareciera que se dejaba llevar del brazo y el sostén de su madre, mientras que ella paseaba sobre imágenes que frotaba sobre la nada de su mirada perdida; a pesar de que, los muchachos lanzaban las más atrevidas frases que estaban lejos de ser halagos: ¡Suegra! ¡Esta buena tu hija!, ¡Paola mi amor, te robo esta noche!, ¡Suegrita yo se la cuido!, ¡Paolita tengo un buen arranque para tus curvitas de la muerte! Etc., etc., etc. Pero Paola, parecía impávida ante aquellas atenciones, solo iba de frente. Doña Dalia consciente perfectamente del comportamiento decoroso de su hija, sabía que ella no desgastaría su entusiasmo en chicos de esa calaña.

Cuando llegaron ya se había hecho la formación del grupo de sahumadoras y el grupo de las que rodearían y protegerían la imagen. Paola, después del beso de su madre, tomó su lugar tomando la circular cuerda que rodeaba al señor de los milagros y se aprestaban a empezar una noche más de procesión.

La banda con un sonoro bum del bombo empezó la música al compás de una cadenciosa y trillada letra de costumbre: “Seeeñooorrrrr de los milagrooooossssss, aquí veniiiiiiiimoooooosssss en procesióooooooooon, tuuuuuuuuus fieles devotooooosss a implorar...” Y un río de voces inició a seguir plañideramente la canción del devoto tedio. Las nubes perfumadas de incienso y sahumerio cubrieron el paisaje móvil y los cientos de pasos lentos se fumaban las calles dejando, por donde pasaban, una ola de silencio y un tropel de humanos, de voces sordas y lejanas.

Paola se había olvidado de todo y no sabía de otra cosa, en ese instante, de su labor devota. Hasta que se dio cuenta que una mirada de enfrente insistentemente había estado queriendo llamar su atención con un movimiento de hombros y de cabeza hacia arriba y hacia abajo, interrogándola de algo que solo ella sabía. A lo que Paola, sorprendida, respondía con un: “no sé” gestualizado por su boca.

La cantidad de gente, el picadillo, los empujones, la cancioncita melosa, la sonora banda, el motor que lograba mantener prendida la luces de la imagen, el llanto de muchos niños, el llanto de arrepentidas, las oraciones de otros que no cantaban, la oscuridad de la noche, el polvo revelándose ante la cantidad de besos de los cientos de zapatos, y, la mirada de la virgen que le daba la espalda al principal de la noche, todo un ambiente de regocijo funesto, de excitación religiosamente doña peparado.

De cuando en cuando la procesión se detenía, Paola, lejos de la mirada de la madre, permanecía callada, sosteniendo la gruesa cuerda, esperando. La amiga la miraba sin quitarle la vista de encima. Súbitamente, su corazón empezó a latir tan rápido como podía y podía sentirlo chocar con su pecho. La respiración la convirtió en gemido y su cuerpo se estremeció en un paroxismo emocional lúbrico, cuando sintió la mano fuerte y grande tocando su cintura, mientras en ese preciso instante sonaba nuevamente el bum del bombo, reiniciando la procesión. Ella soltó la cuerda y la amiga asintió con la cabeza aprobando su reacción, chupándose con ganas el labio inferior.

Paola se dejó perder entre el avance de la gente, quedándose cada vez más atrás. Y solo pudo sentir como se iba alejando el canto, la nube de incienso, la gente y ese calor extraño que la rodeaba mientras estaba allí.

Era la treceava posición y solo recordaba el momento del escape, ese instante de serenidad convulsiva, como rayos de imágenes que pasaban por su mente, para retirarlos luego y poder saber que estaba sobre Marcelo, extasiada en un movimiento compulsivo de sus grandes caderas anchas, para sentir más el poder de estar encima, de ser poseída, mientras sentía como Marcelo frotaba con sus manos fuertes y grandes su vientre extensamente excitado. Sentir que estrujaban sus tetas, por que así quería que las llamaran, no senos, tetas; hasta sentir que se las arrancaran de pasión embelesadora e hipnótica.

“¡Cógeme el culo!” Gritaba ella cuando Marcelo se olvida de sus frondosas y duras nalgas. “Te falta manos” Le decía ella sonriendo fugazmente mientras cada vez ejecutaba movimientos con más audacia y rapidez, meciendo las caderas, tratando de que salgan de su orbita con tal de llegar, de llegar hasta el placer. Hasta lo máximo.
Paola, con los cabellos sueltos y salvajemente largos, parecía toda ella un personaje mítico salido de alguna pintura de la mano de un dios excitadamente creador, borracho de lascivia divina y lujuriosamente enamorado de la belleza. Paola, con luz ninfada, se había transformado en una rabiosa cortesana para su hombre, para su Marcelo, yacía embrujada por la magia de la rijosidad. Brillaba de un placer profundo. Yacía sobre la lascivia juventud: Mientras se podía oír una canción silenciosa de versos violinados y graves. Sensualmente cubierta de arrechura dejaba de ser para ser. Y sus actos mandaban a la mierda a toda hipocresía del mundo y solo era ella... Ella... Solo ella... ELLA...
El traje morado yacía bajo la comunión de sus cuerpos, sobre el suelo, cómplice formidable para una buena penetración, pensaba Paola, mientras se cogía el cabello que se lo lanzaba hacia tras con el desenfado de una puta maja goyana que era como le gustaba que la llamara mientras hacía el amor.

Mientras sudaba litros de placer terriblemente deseado, sentía que se venía el cielo, la emoción más infinita, innombrable e impronunciable por el verbo, la sensación más cruda y sensacionalmente poderosa. Y le gritaba a su Marcelo, enrojecida, expeliendo lágrimas de miel, con su voluntad en el cautiverio de su virilidad: “Mi amor, mi vida, tú eres mi señor, ¡hummm! ¡Mi único señor! ¡El que me hace el milagro! Tú eres, ¡Mi señor de los milagrooosss! Y lanzó un grito duro, maduro y grandilocuentemente gestado y se poso con el alma transformada con sus tetas relajadas sobre el pecho de su señor.

Mientras yacía sobre las andas de su querido Marcelo... Sobre las andas de una canción jodida y melosa avanzaba a lo lejos otro señor que no era el señor de los milagros de Paola, quien se mecía aún, ya lenta, sobre el placentero fuego de la sincera y natural impudicia de su ser.


Reflexión sobre el estado interior del hombre


Cuanto más pensamos en los horrores de la acción fraticida del hombre por el hombre, día a día, más nos confundimos y asalta la misma pregunta de siempre: ¿Cómo es posible que pase esto, después de todo lo pasado?

Es notable la cantidad de noticias de ataques a pueblos o ciudades enteras en los tiempos actuales. Ya no es sorpresa para ninguno oír los serios enfrentamientos en algunas zonas de oriente, que de propósito pareciera que hubieran sido creadas aquellas ciudades para el caos y la guerra.

Oír que en la Franja de Gaza cada día se enfrentan docenas de seres humanos provistos de esperanzas ilusas alimentadas por autócratas, que nunca dan la cara en el campo de batalla, es una noticia ya acostumbrada, que por su persistencia nos resulta indiferente y de costumbre.

Existen muchas instituciones mundiales creadas a partir de serios enfrentamiento internacionales para salvaguardar la paz mundial. Todos nos preguntamos, ¿qué tanto se hace para mantener la paz mundial?, ¿qué tanto se hace escribiendo en tanta papelería, la que al final va a dar a anaqueles atiborrados de otros papeles, las que al final sirven de recuerdo de citas, cenas, risas, palmadas, glamour y ostentación de los mal llamados gestores de la paz?.


Se han escrito sendos discursos sobre la paz mundial y el aseguramiento de la tranquilidad de los ciudadanos de los todos los linderos mundiales. Cada letra, cada palabra, cada frase, va cargada del espíritu de la esperanza, pero que en realidad no se sostiene más que en la ilusa mente de las buenas intenciones.

La realidad nos muestra todo lo contrario, basta con dar una mirada al panorama mundial para darnos cuenta que las noticias son desesperanzadoras. Algunos se han atrevido decir que todo esto pasará y que al final el hombre se dará cuenta y recapacitará ante tanta demencia evidenciada. Nunca más, se dijo después de la primera guerra mundial. Suficiente muestra de desvarío e infortunio para volver a pensar o maquinar otra guerra. Pero. Nunca más, se dijo después de la segunda guerra mundial. Pero. Las esperanzas de que todo tome un cauce pacifico y exista una atmósfera de armonía, en las actuales condiciones de relaciones mundiales, nos hace prever que una tercera guerra se avecina. El plan para limitar las políticas armamentistas de las naciones, es solo eso un plan. Todos los países, en su más o menos, gastan millones anualmente en armamento bélico y militar, como parte del presupuesto nacional de cada nación. Porcentaje presupuestal que en la mayoría de los casos es mayor a los porcentajes que se consideran para gastos en educación y cultura.

Nada parece funcionar dentro de esta vorágine existencial del hombre. Nada parece condicionar los límites de los intereses del hombre de enfrentarse a sus congéneres. Nada parece salir como lo que se planea para solucionar los problemas de convivencia entre los seres humanos. Es importante en toda problemática, cuestionar el asunto para obtener respuestas y estas a su vez soluciones. Pero, ¿nos estaremos cuestionando correctamente? ¿Por qué y para qué la guerra? Parecen preguntas fáciles de responder. La guerra no es un elemento activo de las sociedades que cada cierto tiempo se impulsan por si solas y empieza a generar todo ese caos. La guerra es una consecuencia, no es una causa, esto es algo que hemos olvidado. Pero, estudiosos modernos y “serios” pretenden señalar algo ya expuesto antes, para hacer fundamentar la actualidad, que la guerra es un elemento activo que es parte del desarrollo de las sociedades. El hombre nace para hacer la guerra, se puede leer por allí. Por ende se puede también leer por allí, que la paz es una consecuencia de la guerra. No se puede señalar uno sin la existencia de lo otro.

¿Por qué y para qué la guerra? Podría llevarnos a respondernos fácilmente ante circunstancias singulares o determinadas, pero, el problema de la guerra es el hombre en sí mismo. No es la guerra y los intereses bajo las cuales se generan estas. La guerra y el enfrentamiento es una consecuencia del hombre en sí mismo. El hombre tiene guerra por dentro, entonces tiene guerra por fuera. El hombre esta enfrentado consigo mismo, dentro si. El hombre se encuentra inconforme consigo mismo y ante su insatisfacción se enfrenta hacia fuera creyendo encontrar la satisfacción de sus conflictos en el exterior.

La guerra es una circunstancia, que obedece a una causa. Y al buscar el origen de la causa, todos creemos encontrarla en diferentes intereses creados por el hombre. El origen de la causa no esta en el dinero, no esta en el petróleo, no esta en la tierra, no esta en los límites, no esta ni siquiera en el interés de gobernar. El origen de la causa de la guerra se encuentra dentro del hombre, no fuera de él. Demás esta decir o mencionar aquellos aspectos negativos que hemos conservado por siglos dentro de nosotros. Si observamos la historia de la humanidad, la guerra se puede iniciar por las cosas más simples e inauditas. Todo se puede convertir en causa de guerra en el mundo. Hasta los asuntos más sacros se pueden convertir en argumento o justificación para iniciar la guerra. La justificación para iniciar el holocausto durante la segunda guerra mundial por Hitler, fue la venganza de la muerte de Jesús el Cristo. Si nos vamos más atrás, no olvidemos las grandes cruzadas, iniciadas con apoyo eclesiástico, que tenían como justificación secreta encontrar el Santo Grial. No olvidemos su guerra particular que inicio “La Santa Iglesia Apostólica Romana” con la Santa Inquisición, que asesino a cientos de personas, dizque herejes y hechiceros. Entonces las justificaciones para iniciar la guerra pueden ser diferentes y variopintas. Pero, no es realmente el origen de la causa. El interés de poder puede ser causa para originar la guerra. El interés por la extensión de la tierra, puede ser causa para originar una guerra. El interés por el dominio del petróleo puede ser causa para originar la guerra. Pero, no es el origen de la causa. El origen de la causa que tiene como consecuencia la guerra, esta dentro del hombre.

La psicología en estos tiempos se ha banalizado de tal modo que ésta es aplicada en un sentido trivial, no tiene la importancia fundamental que la tuvo hace mucho tiempo. La psicología moderna se ha dedicado a analizar cada vez más elementos extrovertidos, olvidándose de los elementos más profundos del hombre. La psicología en la actualidad le dice al hombre, que puede convivir con aquellos aspectos negativos en sus psiquis, siempre y cuando aprenda a controlarlos, o, que su accionar o actividad no afecte a los demás. Es un error mantener aquella tesis, la realidad del individuo salta a la vista. El hombre no tiene voluntad para controlar todo el tiempo aquellos aspectos negativos. La negación de si mismo basada en el control o la represión de esos aspectos negativos, sólo generan pasiones acumuladas en un recipiente psicológico o mental, que termina al fin al cabo por desbordarse en algún momento. Reprimir, controlar, no es eliminar o desintegrar. Y teniendo en cuenta que el hombre siempre afecta al hombre, condicionado a la socialización, es lógico pensar que siempre su parte psicológica negativa afectará a otra y esta a su vez a otra, o viceversa. La guerra es un asunto muy antiguo, que tiene por lo mismo, causas tan antiguas y a su vez orígenes tan profundos y ancestrales, es decir, la psicología que la origina es la misma desde mucho tiempo. La multiplicidad de elementos componentes en la psicología del hombre hace que este no tenga un control total de sí mismo. Por eso las cárceles están llenas de “no lo quise hacer”. Lo que un reo promete al verse en libertad difiere en mucho de lo que después vuelve a cometer y peor.
La paz no es una virtud que se encuentra en algún sitio. La paz no es una circunstancia que se pueda fabricar con poses, papeles, escenografías, serpentinas, banderas, discursos y muchos menos con decenas de instituciones en la que se firmen tantos acuerdos, que sirven para alimentar una historia plagada de mentiras. Vivimos engañados y engañándonos que los responsables de la guerra son todos los que tienen el poder. Vivimos engañándonos que la paz es una circunstancia que tienen que fabricar los grandes países que ostentan el poder a través de una economía solvente. Vivimos engañados que se debe luchar por la paz en el mundo, cuando en nuestros hogares estamos enfrentados con nuestra familia. Vivimos engañados que se debe luchar por la paz en todos los rincones del país, cuando en todos los rincones de nuestra psiquis tenemos muchos conflictos, lo que nos lleva a tomar decisiones y soluciones erróneas. La Paz es un estado interior, no es una circunstancia externa. Mientras que continuemos buscando la paz social dentro del colectivo o en algún lugar en particular, nos vamos a encontrar más que otras justificaciones para seguirnos enfrentarnos unos contra otros. Es momento que el hombre empieza a encaminar esfuerzos para dirigir todo su ímpetu y esfuerzos individuales en la eliminación de todos sus conflictos y guerras internas. Es momento que el hombre elimine el origen real de la causa de la guerra. Hay que eliminar aquellos aspectos negativos de nuestra psicología individual, allí esta el origen de nuestras circunstancias equivocadas, allí esta la causa de todos nuestros errores, allí esta la causa de nuestros infortunios y desazones. Mientras que nuestra psicología se incline a enfrentarse al vecino como la causa de nuestras desavenencias, contemos con que estaremos promoviendo una futura guerra fraticida. Una convivencia en armonía no se logra en el papel, se puede promover, incidir, pero, la paz solo se logra si el hombre tiene una psicología interna única y singular. Al fin al cabo nada se puede gobernar de afuera para dentro. El buen gobierno siempre es desde adentro para fuera. La paz es un estado interior y no una circunstancia externa.

sábado, 18 de abril de 2009

LA CONDICIÓN EMOCIONAL SUPERIOR DEL POETA




Por: Marcoantonio Paredes

Se ha extendido una gran creencia, mítica, que el poeta lo es cuando su condición adversa lo predispone “naturalmente” para el atractivo de la musa. De otro modo, lo contrario, conllevaría a perderse en el mundo de los sanchos, donde los quijotes mueren aspirados por las fauces de la miserable fe de los que no creen en otros mundos posibles. Entonces, así se cree, lo he oído y leído, que la condición original para el poeta es la de ser pobre o estoicamente sufrir todas las debacles juntas para poder cuajar en él la inspiración y conquistar la sensibilidad poética. Esto relacionaría directamente a la capacidad para creer y recrear del escritor, del poeta, de su sensibilidad a lo físico o material. Así, bajo estas condiciones, es menester que el poeta ande sucio, mal oliente, hambriento, desaliñado, despeinado, desgarbado, roto, etc., para que aquellas funciones para la creación se activen cual divinal halo adánico. Es verdad que la historia literaria lleva registrada una serie de dramas de hombres que apelando a su destinado menester poético, han aceptado la fatalidad como la única consecuencia para coronarse del laurel. Es verdad que nada más “alado objetivamente” se puede escribir si no se ha padecido, y que la comprensión sublime de las condiciones sociales del hombre y la profunda faz sombría de la humanidad no se pueden captar sin la menor experiencia de la adversidad. Pero, tampoco, podemos decir que las capacidades poéticas se ven anuladas cuando las condiciones materiales cambian para la bienandanza del poeta. Pues la sensibilidad del poeta, y llámese poeta al hombre que aspira el universo y su mundo para luego expirar cielos, flores, paraísos, perfumes, aunque eso signifique no escribir una sola palabra nunca; no se encuentra condicionada por el bolsillo. La condición del poeta pertenece a la capacidad Emocional Superior. Ser poeta es ser un creador y viajar alado ígneamente por los jardines de la divinidad, y expresar lo que sentimos es recibir de boca de la misma divinidad su perfumado canto, el cual dependiendo de nuestra condición individual la captamos de un modo u otro. Ser poeta es ser un semidios. Es repetir su papel creador y recreador. La divinidad posee todos apartados rincones del Universo, desde los más pequeños e ínfimos hasta los más grandes y terriblemente inconmensurables y no obstante su condición poseedora sigue siendo poeta, hasta en el caos hay una musicalidad interior reinante. Entonces el verdadero poeta no depende las condiciones materiales suyas o del mundo.

Condición individual frente al mundo
La condición individual de poeta, sea este escritor, pintor, músico, escultor, cantante, actor, etcétera; va más allá de la materia dura o del frío intercambio oneroso por su hacer. Su sensibilidad, su magia para crear y recrear seres, mundos y universos, obedece a un poder superior y eterno. Sus emociones son superiores y eternas y no se desfiguran fácilmente por el esputo fortuito de la fortuna.

Estar en el camino a ser un dios nos pone mucha más cerca de los ojos de los niños de las calles, de los brazos viejos y cansados de las madres abandonadas, de las calvas asoleadas y duras de los ancianos; y de las remotísimas malcriadeces de nuestro prójimo. Aquel que deje de sentir esto en cualquier circunstancia de la vida, nunca ha sido poeta y nunca lo será.

El Hombre verdadero es poeta
No puede continuar siendo una aventura ser hombre, ser humano y vivir en la tierra. No podemos continuar a tientas, con los planes egoístas y mundiales de hermanos cegados por un sentimiento de consumación, de que la existencia en la tierra es el desenlace final y que en función de eso debemos procurarnos todo a como de lugar, sin la esperanza de lo mágico-etéreo.

Existe una clase de ceguera natal que quien la padece nunca puede imaginar el mundo en colores, que sus ideas e imágenes siempre son en grises. Una ceguera que le impide ver los matices aromáticos de los paisajes, la de los cielos perfumados de poesía por las noches, la de la luz de las estrellas enamoradas sintiéndolas al borde de tu corazón, la de los verdes de los árboles y sus frutos madurando, meciéndose al canto del unísono viento del cosmos; y no obstante su dificultad, han aprendido a sentir y ver con el corazón. Pero existe otra ceguera, que aún viendo lo que ven, no pueden avistar cómo las sonrisas de los niños son tragadas por los llantos de una guerra de siempre. No pueden ver la pobreza engordándose de la delgadez mortecina del hermano. No pueden ver los corazones tristes de las madres del mundo enraizadas a la esperanza lejana de un futuro inverosímil. No ven nada, pero sonríen. Cuánto hace sufrir ese hermano equivocado.

Así pues existen hombres (Me refiero a ambos indiscriminadamente) que nacen sin visión, pero han aprendido a olfatear los colores de los sentimientos, los tonos de las emociones. Reconocen el llanto y la sonrisa; de color azul, cuando es de amor. De color amarilla, cuando es redentora. De color rojo, cuando es efusiva y osada. Blanca, cuando es la de un ángel. Oscura, cuando se expele de un pecho que sufre. Pero hay, existen “seres” que el don de ver no les alcanza para oír el grito quejumbroso, lastimero, doliente, insondable, recónditamente enmudecido de la consternación y pesadumbre de los hombres. Y de este modo se puede ser poeta, asumiendo un compromiso individual con los seres humanos, con cada uno de ellos, empezando por el que está a nuestro lado.

El nivel de comprensión de la poesía
Existe frente al tema un argumento en el que yo estoy de acuerdo precisamente. La poesía dicen que es subjetiva y por lo tanto ininteligible para cualquiera. Y en ese argumento se han basado los poetas de siempre y los de ahora para escribir cada cosa, sin importar la comprensión del resto de nuestros congéneres. Por un lado, el individuo aún no ordena su mundo interno, por lo tanto, lo que tiene dentro es un caos, entonces, como consecuencia del caos interno, su producción, cualquiera que sea contendrá ese caos. El individuo en la actualidad tiene que esforzarse mucho para ordenar su mundo externo. Ha creado sendas leyes y reglamentos para limitar el actuar individual, imaginemos un mundo sin leyes pues, obviamente no sería para que vivan los hombres actuales. Existen las leyes justamente para mantener en línea la condición individual caótica del hombre.

La poesía debería acercarnos a la belleza, primero como individuos, luego, mediante nuestro arte, acercándola a los demás. Mientras tanto, lo que se exprese de dentro para fuera, será sólo esa muestra del desorden o de la mediana comprensión que tenemos de las cosas y que resultará en los demás es que también tengan un desorden o una mediana comprensión de las cosas. Esto de alguna manera un otra implica una cierta responsabilidad del poeta, del escritor, del artista, primero consigo mismo y luego con los demás. Si el sol no se ardiera en sí mismo, no pudiera alumbrar el universo.

La poesía en el mundo actual
Lo que entiendo realmente en estos tiempos, es que, nada o muy poco sensiblemente real se mueve, se oye o se siente en la vorágine profunda de la esencia individual. Lleva mucho tiempo abandonada a la búsqueda de la verdad y su caricia salvadora; y con ella se han devaluado los elementos valorativos de las cosas, desde las más elevadas y complejas, hasta las más pequeñas y sencillas, por ende la de la poesía.

Y nos hemos lanzado en la búsqueda de la cura en lo más extenso y lejano de nosotros mismos sin descubrir en absoluto nada. Sin advertir que la fuerza de la panacea se encuentra dentro cada uno de nosotros y se llama esencia. Allí está el embrión de lo mágico-etéreo, el principio de todo y el descubrimiento de la verdad y su caricia salvadora. Allí esta el detonante para el cambio y de la poesía también.

¿Cuánto más, el llanto de nuestros hermanos sufrientes del mundo deben alimentar los mares y ríos de la desolación de nuestro planeta? ¿Cuánto más el fuego lóbrego de nuestras iras deben calcinar las almas sonrientes de nuestros niños? ¿Cuánto más el golpe duro de la violencia azotará la ingenuidad de los ejércitos de hombres lanzados a afrentas infructuosamente atemporales?

Debemos pensar y sentir con la esencia, oír su voz. Debemos sentir que la humanidad y su voz se mueve en todo y eso es solo mediante una Esencia receptiva, limpia. En la mirada inocente e ingenua de todo, en la existencia de todo, allí esta la poesía, la misma poesía que habita dentro de nosotros, que reconocer para poder reconocerla fuera en su verdadero color y sonido. Desde el reino de los minerales hasta el reino del hombre, en todo vibra la fuerza de la humanidad. Acércate a ella, a sus ojos y siente su vibración de hermano; acércate a su alma y siente qué florece en ella. Sienta la misma esencia de la poesía en todo.

Aprendamos a estar por sobre las competencias, por el sobre quien puede más o tiene más, compadécete y conmuévete de tu tiempo, de tu naturaleza. Sólo de ese modo, con ese único modo, podremos salvar lo poco de amor que nos que da en todo los seres humanos y en toda la naturaleza que nos rodea. Es un principio de siglos conocerse a sí mismo, para poder conocer el universo y los dioses.

Ahora pues, estoy en la ciudad, frente a la ciudad de todos, de todos los días, me detengo, camino, doy vueltas, me siento, sonrío, oigo, camino, me vuelvo, me detengo de nuevo y lo que hago es sentir, en que instante estoy y que es lo que muere y nace en mi, y quiero pues que siempre muera en mí todo lo avieso y nazca así la poesía, de ese modo naceré de nuevo y algún día me liberaré de este cuerpo para siempre. La poesía esta en todos, sólo hay que dejarla salir, libera tu Esencia, que al fin al cabo es una partícula de amor y ella si que es poesía verdadera.

MIS POEMAS

cuando se ha encontrado la muerte,
cuando al minúsculo respiro la invocas
y sin tregua alguna mascullas el bendito verso,
y cuando un cielo más brilla al color de dios…

cuando espada en mano sostienes la luz,
aguzado al estruendo oscuro de tus propios miedos,
y cuando sin otro amor blandes la magia del verbo,
cuando el azul del mar desaparece en tu mirada dorada…

cuando tu esencia vertes al universo
sin calcular estrella
sino la ignota caricia de la gloria,
y cuando de otro cielo escribes…

cuando el hombre se convierte en sol,
al paso de octavas tras octavas,
cuando silba el viento eterno del único verso,
y cuando el dolor de los huesos es voluntario…

cuando los padecimientos son poemas amarillos,
y Ben Pandira en sangre clama amaos los unos a los otros,
cuando se ES,
y cuando tu luz alcanza a alumbrar los infiernos…

cuando el sincero gesto del niño te conmueve,
sin calculo,
sin miedo,
sin otro decir que el balbuceo primero,
y cuando su mirada hunde para siempre nuestra fealdad…

cuando la trompeta de AUN elevó su mensaje
y lo viste,
cuando oíste su son anunciar la nueva era,
cruzándote en la muerte en marcha
queriendo osirificarte,
eterno,
y cuando escuchas la voz del cielo en tu propia voz…

cuando el rumor del viento y sus dioses,
recorren la inmensidad de tu corazón,
cuando el 13 y sus vértices infinitos son tu mundo,
y cuando las aguas recorren otros caminos dentro de ti…

cuando la canción del fin,
oyes en el piano de Beethoven,
y a Goethe,
le oyes en sus pasos eternos recitar el verso perpetuo:
¡Madre! ¡Madre! Consume lo que no soy.
Y cuando te das cuenta observas caminos tras de ti…,
poeta es

Y el poema es:
cuando se es poeta.





la roca cuenta su historia nocturna,
despertando el silencio,
volviendo viento sus gritos,
mientras que las aves recorren el pentagrama,
que las nubes construyen a los dioses.

el agua,
candida, febril y lozana,
canta la vuelta de la madre,
y los cabellos de los árboles,
se adornan de nuevo de la esperanza.

el fuego lamenta haberse ido,
dejando a los alquimistas en el recuerdo,
mientras que la piedra yace dormida
enrosca en un sueño serpentino.

se oye el mantram lejano del iniciado,
misterioso y silente busca yacer en la muerte,
constante,
detallada,
que lo perdone del caos en la tierra,
arrancándose el mal de la entraña.
volver a ser,
volver a ser hombre.

canta madre… canta…

Y el poema es:
vuelve natura





quién alienta el caos?
quién verte desazón en la sangre de la tierra?
esa negra voracidad de todos los tiempos,
la que saluda el corazón indiferente de todos,
mientras se pierden los amaneceres trinados.

se ha dormido la brisa fresca femenina,
la de la enamorada luna en creciente,
cuando en connubio sagrado,
el sol le acercaba su simiente luz.

quién llora la agonía?
del cuerpo azul que pasea sus pasos lentos,
en el camino oscuro del cosmos,
pidiendo socorro del hombre,
oscilando entre el amor y el odio.

ya será tiempo de perecer?
le pregunta la novia azul al sol,
mientras que su cuerpo se hunde en el llanto,
de sus deshielos,
de sus ríos solos y abandonados,
reos de la fría factoría,
rondados por nubes de plomo.

llora natura por la vieja hermana,
la de traje exangüe y maltrecho,
andando a tientas esperando lo peor de mi.
sus misteriosos y terribles lamentos
es la tonada musical del final,
sólo espera el aliento último de Jano.

Y el poema es:la tierra llora







Amor.
Tu nombre se repite en el rumor del viento,
en el sol que tiene escrito tu fuego en su historia,
en la magia de tu primavera,
de la cual eres gestora y princesa.

Amor.
Tienes el nombre de todos los tiempos,
de todas las voces del silencio,
del pensamiento ignoto y del externo,
de la emoción sublime que se cierne entre mis cielos.

Amor.
Caminas entre las visiones de mis ojos,
entre la extasiante locura de la eternidad,
entre el latir de mi corazón apasionado.

Amor.
Conoces del camino que nos acerca,
que nos mece en tu trinar recurrente,
de otras vidas,
de otros soles de lo ya contado,
entre las malvas de los pétalos solares,
envuelta en el capullo de mi ser.

Amor.
Estas en el cielo respirando en la tierra,
duermes en una nube hecha por venus,
cobijada por los cantos de las aves del cielo,
que son ángeles disfrazados,
venerando tu belleza.

Amor.
Eres una diosa que llena el firmamento,
tus ojos brillan con el movimiento de los astros,
creando con tu voz otros universos.

Amor.
así como,
te meces en el delicado pétalo del viento,
así,
te posas en el espacio abierto de la naturaleza:
ella es tu cuerpo luz.

Amor.
Escribo los versos que están en mi alma,
la poesía que se trasluce en tu nombre,
en tu mirada lejana que la tengo sobre la mía,
cantando la canción de la piadosa muerte,
de instante en instante,
día a día.

Y el poema es:Amor: te hablo, te llamo, te tiento.